¿Saben ustedes que desde 1985 me dedico a estos menesteres? He obtenido reconocimientos, pero todos han llegado por mérito, por esfuerzo, por friega. No les miento, pero al menos he perdido unos 30 convocatorias entre becas y premios. Y no debo quejarme porque a Dios gracias han llegado, los pocos que he tenido, los han otorgado, en los momentos más apremiantes de mi vida.
Pero mi obra, mis publicaciones tienen el mérito de los lectores que hacen diaria su consideración. Por ejemplo, no puedo presentar libros en una importante feria de libro de Monterrey, porque no me consideran "escritor consagrado" y ni me toman en cuenta para leer mis trabajos en encuentros de escritores, menos de historiadores y cronistas.
Pero ya gané mi primer premio de literatura: mi Alma Mater, la secundaria Raúl Rangel Frías de Santa Catarina cumplió este año, 60 ciclos de formar personas de bien. Para ello, convocaron a un certamen de anécdotas y cuentos vivenciales de los ex alumnos como ex alumnas. Para ello, yo propuse un cuento: "Un pueblo sin secu", con el alias "El faltista de Santa".
El premio es una chamarra conmemorativa, que vale para mí, como cualquier reconocimiento en China, Ecuador o España. No son dólares ni pesos, son recuerdos acumulados a lo largo de poco más de medio siglo. Me lo dan en un plantel donde me formé, gracias a mis compañeros, compañeras, amigos, amigas y maestros y maestras que sembraron en mí, las ansias de dar a conocer la memoria y la identidad de lo que somos.
Aquí está el premio que voy a ponerme en este invierno.
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